Esta alquería debe su topónimo a una supuesta abundancia de este árbol por la zona, ya de por sí auténtico paraíso forestal.
De Avellanar sabemos que sus habitantes fueron conocidos como montesinos, porque pasaban mucho tiempo en el monte, ocupándose de los cerezos, castaños y avellanos de los que toma el nombre el núcleo poblacional.
Aunque hubo un tiempo en el que sus calles eran muy transitadas por niños y mayores, en la actualidad son pocos los vecinos que viven allí de forma permanente. Sí se ha visto en aumento los vecinos que tienen fijada en la alquería su segunda residencia y acuden a ella en momento de descanso, todo ello gracias a la rehabilitación de las maltrechas casas.
Además de su arquitectura, encontramos unos parajes preciosos con bosques de coníferas, castaños y cerezos.
La población guarda unos rincones con arquitectura popular de gran valor. También podernos refrescarnos en las aguas de su piscina natural enmarcada a 2km en el conocido como puente de Avellanar.